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llega á tener la rarescencia que le correspon-
de en la altura de un semidiámetro terrestre,
ó de 1432 leguas, podrá ocupar tanto espacio,
que se estienda sobre Saturno (1). En este cálcu-
lo se supone la órbita de Saturno casi diez veces
mayor que la de la Tierra; esto es, el diáme-
tro de la órbita de Saturno, se supone de mas
de 655 millones de leguas. Atendiendo ya, á
que la pequeña cantidad de nuestro ayre, con-
tenido en un globo, cuyo diámetro no sea mas
que un dedo, puede por su rarescencia llenar
todas las regiones de los planetas hasta Satur-
no, y aun sobre Saturno; y á que la atmosfé-
ra del cometa suele ser casi diez veces mayor
que su disco ó nucleo, y constando, que la co-
la cometaria está y debe estár mas rarefacta
que
la atmosféra inmediata al nucleo cometa-
rio, se infiere bien, que una pequeñísima can-
tidad de ayre y de vapores podrá bastar ( si
son verdaderos los cálculos y las hipótesis de
Newtón y Gregori) para causar la extraordi-
naria longitud y grandeza que se advierten en
las colas de los cometas. La grande rarefaccion
de los vapores que salen del cometa, se de-
muestra, dicen los modernos, porque no se ad-
vierten ocultar con su cola las mas mínimas
estrellas: ni se nota el menor detrimento de la
luz de éstas, por la interposicion de los vapo-

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res

(1) Newtón: Princip. Mathem. propos. 41. probl. 21. Gregori citado, Astronomia, vol. 2. lib. 5. sec. 1. prop. 3. p. 610.

Extraordinaria rarefaccion del

ayre.

res de las colas cometarias. De estos fenómenos infieren los modernos, que los vapores cometarios son incomparablemente menos densos que los terrestres (los quales á los terrícolas ocultan freqüentemente las estrellas, la Luna y el Sol), y que sea casi despreciable por su pequeñéz la cantidad de la masa atmosférica de los cometas. Concederé sin dificultad, Cosmopolita, la gran rarefaccion de la atmosféra cometaria; mas no por esto dexaré de dudar que no sea grande la cantidad de su masa te expondré despues las razones que tengo para dudar.

En el discurso que te he hecho, Cosmopolíta, he notado con particularidad la formacion y los fenómenos de las colas de los cometas: lo que sobre éstas has oído, puedes y debes entender de la atmosféra cometaria, la qual en la figura y en el nombre solamente se distingue de la cola de ellos. Los cometas que aparecen sin cola, se suelen llamar crinitos y barbados; la observacion enseña , que estos suelen estár mas lexanos que los cometas que se ven con ella. El cometa del 1759, que no apareció con cóla, segun los modernos Astrónomos, distaba del Sol mas de 140 millones de leguas; ó mas de quatro veces mas. que la Tierra dista del Sol. Sucede algunas veces, que no se vea desde la Tierra la cola de algun cometa que la está cercano, porque (dice Pingré) el nucleo del cometa suele ocultar á los terrícolas la vista de la cola, opuesta siempre al Sol. Prueba de esto tenemos, en el cometa del año 1759, el qual observado desde

Pa

París, parecia no tener cola; y observado desde Mompeller pareció tenerla, y que se estendia por 25 grados. La cola del cometa del 1769 pareció a los Astrónomos de París tener 10 grados de larga; á los de Marsella 40 grados, á los de Bolonia 70 grados, y observada cerca de Cadiz pareció tener 90 grados de extension. En las colas de algunos, y principalmente de los cometas del 1607, segun Keplero, y del 1618, segun Cisati se notaron, ondulaciones de ráfagas de luz, las quales sèrían efectos de fermentaciones en sus atmosféras. Sobre éstas y sobre la cola de los cometas has oído, Cosmopolíta, los principales fenómenos dignos de nues tra atencion; de los que, quando estemos en el cometa adonde vamos volando, volveré á hablar haciendo algunas reflexiones, que ahora omito, porque acercandonos ya al dicho cometa, que veo estarnos vecinísimo, deseo emplear el poco tiempo que para llegar á él nos queda, en un discurso histórico-fisico que en todas las Cometografías tiene lugar, y que culpablemente yo sepultaría en el silencio, privandote de las noticias cometarias que en las conversaciones de ignorantes y sabios se suelen tra-. tar y exâminar.

§. V.

Los cometas, terror de los antiguos y espan to de los modernos.

Co

Onsiste el discurso histórico-físico, Cosmopolíta, en hacerte algunas reflexiones acerca del terror con que la antigüedad, miró los Tomo IV.

N

Co

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Segun los antiguos, los cometas prenuncian

calamida

des y desgracias.

cometas: terror que hasta hoy se conserva en el vulgo, y por algunos sabios modernos (1) se pretende autorizar con la algebrayca confusion del respetable cálculo, fundado en hipótesis arbitrarias. Entre los antiguos al ver un cometa, todos leían en él guerras, muertes de Príncipes, novedad de Religion, destruccion de Ciudades, rebelion de Pueblos, y otras semejantes calamidades. Sucedia en várias partes del mundo alguna tragedia ó infortunio, y al punto cada historiador la referia ó aplicaba á la aparicion mas próxima de algun cometa. En ésta leyeron Suetonio la muerte de Claudio, Emperador; Cornelio Tácito la de Nerón; Plinio (2) las guerras de Cesar y Pompeyo, la mudanza del Imperio de Claudio á Nerón, y la crueldad de éste; y Josefo, historiador (3) Hebreo, la destruccion de Jerusalén, que ostinadamente defendieron los Hebreos, porque como nota este Autor, despues de haber hablado del cometa, "en sus libros sagrados se leía, que por aquel tiempo saldría del país de los Hebreos uno que se apoderaría de todo el mun

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do:"

Pingré citado, vol. 2. part. 3. c. 5. p. 188. Suetonio in claudium, cap. 46. Cornelii Taciti annalium liber 14. §. 22. lib. 15. §. 47. de la edicion del Jesuíta Gabriel Brotiér. Plinio, naturalis historia, lib. 2. cap. 25.

(3) Flavio Josefo, de bello Judaico, lib. 6. c. 5. núm. 12. p. 388. De la edicion de Sigiberto Havercampo en Amsterdam, 1726. fol.

do: "
profecía que se verificó en el Reyno Uni-
versal, que en la Iglesia Católica estableció el
mismo Dios en la Tierra, destruyendo el Im-
perio que sobre los terrícolas por sus vicios te-
nian los Angeles rebeldes, cuya patria celes-
tial se comutó en la carcel eterna de la mis-
ma Tierra. No leerás, Cosmopolita, en las his-
torias antiguas ningun suceso funesto, que por
los historiadores no se aplique ó haga efecto
de la aparicion de algun cometa ; pero los an-
tiguos historiadores, usando la misma industria
que tenian de notar la aparicion de los come-
tas, como precursores de desastres, podian ha-
berlos respetado, como prenuncios de sucesos
felicísimos, porque no se referirá aparicion de
cometa alguno, en la qual no hayan aconte-
cido algunos casos felices á los Príncipes y Rey-
nos, á las Ciudades y Provincias. Así Séne-
ca (1) refiere, que por 6 meses se vió un co-
meta en el tiempo que fué felíz en el Imperio
de Nerón. Segun esto, la aparicion de los co-
metas no debe mover mas á terror y espanto,
que á gozo y alegría; porque tan poco indica
lo uno como lo otro. Si los sabios de la antigüe-
dad hubieran tenido las luces que dirigen á los
de nuestros tiempos, no hubieran caído en tan
groseros despropósitos.

Nos consta ya por las exactas observaciones, que los cometas estan sujetos á las mismas leyes naturales que los planetas en sus aceleraciones, retardaciones y proporcion de areas, que

(1) Séneca: natur. quæst. lib. 7. cap. 21.

Arbitraria aplicacion de los cometas para prenunciar desgracias.

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